Sentado en estas rocas,
mar, te escucho.
No entiendo tus palabras pero adivino a ciegas
que algo quieres decirme más
no puedes llevarme
adonde yo quisiera,
¡oh inmensidad sin centro!
No te entiendo,
madre-muerte,
madre-amante,
madre-amor,
¿o eres tú la que
no entiende mi modo humano de hablar?
¿hasta cuando tengo que seguir esperando
mi retorno a tu origen, madre natal?
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